MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS 1971 – 2021 CARLOS CAMPOS COLEGIAL
Con todo confirmado, llamé nuevamente a Luz Marina para contarle que había conseguido un pasaje para viajar hasta Medellín el 5 de marzo a las 2:10 de la tarde. Además, le informé que, tras llegar a Medellín, me había reservado un hotel en la ciudad Álvaro Montenegro, mi buen amigo, para pasar la noche.
Al día siguiente, partiría hacia Pereira y, finalmente, a Belalcázar. De alguna manera, todo estaba tomando forma, y sentí que este viaje podría ser una oportunidad para cerrar ciclos y enfrentar lo que estaba por venir.
Los días siguientes transcurrieron en una especie de constante luna de miel con la señora bonita. Sin embargo, a pesar de lo que parecía una despedida, ella me aseguró que no sería un adiós definitivo. Según sus palabras, albergaba la esperanza de que, en julio, cuando viajara a Medellín para asistir al evento de Colombiamoda, podríamos retomar nuestra relación. Estas palabras me dieron una sensación extraña, un mix de esperanza y tristeza, ya que no sabía si realmente esa posibilidad sería concreta o solo una ilusión.
El viaje fue un tanto común, pero cargado de sentimientos encontrados, ya que cada despedida me parecía más dolorosa que la anterior, pero al mismo tiempo, la idea de la posible reconciliación me mantenía con algo de optimismo. Nos despedimos en el hotel que mi amigo había reservado en Medellín, pero el adiós no era definitivo, ya que la señora bonita seguía alimentando la esperanza de que nuestras vidas se cruzarían nuevamente en el futuro.
Después de nuestra despedida, me dirigí con mi amigo a Sabaneta, donde tuvimos la oportunidad de visitar a Doña Carmen y a mi hermano.
301
MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS 1971 – 2021 CARLOS CAMPOS COLEGIAL
Fue un encuentro breve pero significativo, ya que cada uno tenía su propia perspectiva sobre lo que estaba sucediendo. Al día siguiente, continué el viaje hacia Pereira y luego a Belalcázar, donde finalmente llegué después de ese largo trayecto.
Salí de Medellín alrededor de las once de la mañana con destino a Pereira. El viaje fue más largo de lo esperado debido a los constantes "pare y siga" por las reparaciones en la carretera, lo que retrasó un poco la llegada. Finalmente, llegué a Pereira alrededor de las cuatro de la tarde. Desde allí, tomé una buseta hacia Belalcázar, un viaje que también fue largo y cansado, pero llegué a mi destino cerca de las seis de la tarde.
Al llegar a la Plaza Córdoba de Belalcázar, Luz Marina me esperaba con una cálida sonrisa. Me sentí aliviado de verla, aunque aún pesaban las dudas y el cúmulo de emociones que se habían ido acumulando durante los últimos días. Nos dirigimos a su alojamiento, el Hotel Belalcázar, donde estaba hospedada. Al llegar, me sorprendió saber que le habían cambiado de habitación. Ahora tenía una habitación con vista a la calle, bastante espaciosa, con tres camas cómodas. La atención del personal del hotel fue muy amable, lo que hizo que la llegada fuera aún más cálida.
A la mañana siguiente, Luz Marina salió temprano para su trabajo, lo que me permitió tener un poco de tiempo para reflexionar sobre lo que había pasado hasta ese momento y sobre todo lo que aún estaba por venir. Aunque todo parecía incierto, estaba consciente de que este viaje sería clave en el proceso de entender y, tal vez, encontrar una respuesta a la disonancia que sentía dentro.
302
MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS 1971 – 2021 CARLOS CAMPOS COLEGIAL
Cuando salí al balcón, una enorme nostalgia se apoderó de mi ser. Fue en ese preciso instante cuando mi mente comenzó a hacer un paralelo entre los lugares que había sido mi hogar: Cartagena, el sitio de dónde venía, y este nuevo lugar donde ahora me encontraba.
Todo parecía tan distante, tan diferente, y aún así, todo tenía una extraña conexión. Ese día, como todos los viernes, Luz Marina viajaba a Manizales a visitar a sus hijas, dejándome solo en el hotel.
En medio de la confusión que sentía, opté por encender el televisor. Para mi sorpresa, el canal mostraba un programa de un predicador argentino llamado Dante Gebel. En ese preciso momento, escuché sus palabras: "No maldigas dónde estás, porque por qué estás dónde estás es que estás escuchando este mensaje." Sentí como si esas palabras fueran dirigidas directamente a mí, tocando una fibra interna que no sabía cómo explicar. Era como si el universo me estuviera dando una señal.
Al día siguiente, volví a sintonizar el programa, a las dos de la tarde, y nuevamente el mensaje fue impactante. El título era "Quédate Quieto". De repente, todo en mi interior comenzó a tener sentido. Estas dos experiencias, junto con la soledad absoluta del lugar, me hicieron comprender que mi estadía en ese sitio no era casual. Más bien, sentí que todo esto obedecía a un propósito más grande, algo que estaba siendo orquestado por fuerzas superiores, seres que sabían lo que necesitaba y cómo guiarme. En ese momento, me di cuenta de que no estaba equivocado en sentir que todo estaba sucediendo por una razón más profunda.
303
MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS 1971 – 2021 CARLOS CAMPOS COLEGIAL
El 20 de marzo, Luz Marina me invitó a Manizales, ya que tenía una reunión al día siguiente, el 21 de marzo. Esa mañana decidí salir a dar una vuelta por los alrededores y tal vez llegar al centro, que estaba relativamente cerca.
Caminé por las calles tranquilas, hasta que, al llegar a la altura del cruce hacia la plaza de toros, una camioneta blanca estacionada cerca de mí me llamó la atención. Desde el vehículo me hicieron una señal para que me acercara. Al hacerlo, percibí un aroma extraño y familiar al mismo tiempo, un aroma que, ahora sé, pertenece a los seres intermedios, gracias a lo que aprendí más tarde en el libro de Urantia.
Confiado por esta sensación, decidí aceptar la invitación y abordar el vehículo. El ambiente dentro del auto era armonioso, y sentí una extraña calma. El conductor me llevó a un lugar que no había visto antes, un espacio que parecía un salón gigante de cristal, ubicado cerca del estadio Palo Grande. Era como un mundo aparte, algo que solo se podría describir como un lugar fuera de la realidad tangible. Entramos allí y descubrí que el salón estaba lleno de cientos de espejos colocados de forma meticulosa, dejando poco espacio para caminar. Cada paso que daba parecía estar guiado por algo más grande.
Al final del pasillo, llegamos a una pared blanca adornada por una pantalla grande, que emitía una luz suave. Frente a la pantalla, un escritorio con varias resmas de papel blanco, un portaminas de mina gruesa y un estuche con varios repuestos. Todo estaba dispuesto con una precisión casi ritual, como si cada objeto tuviera un propósito específico.
304
MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS 1971 – 2021 CARLOS CAMPOS COLEGIAL
En la parte inferior derecha del escritorio, observé un recipiente de bronce del cual emanaba una tenue llama azul, que parecía fluir sin ningún tipo de conexión visible. La llama no producía calor y no había ninguna fuente aparente de combustible. Sin embargo, su presencia era reconfortante, y el ambiente era sumamente agradable.
Los seres que estaban en ese lugar siempre mantenían una sonrisa sutil, casi imperceptible, como si estuvieran observando desde una posición de conocimiento superior. El aroma característico, que había percibido al principio, permaneció constante en el aire, como si todo el espacio estuviera impregnado de una energía tranquila y profunda.
Este encuentro, tan extraño como revelador, me dejó una sensación que no supe cómo interpretar completamente en ese momento. Sin embargo, algo en mi ser me decía que esa experiencia formaba parte de algo mucho más grande, algo que eventualmente entendería a su debido tiempo.
De repente, uno de los seres presentes comenzó a darme una inducción clara y profunda sobre la acción que debía tomar. Me habló en un tono calmado y seguro, indicándome que lo que estaba por hacer debía ser realizado de manera privada, sincera y con un compromiso firme de no repetir los mismos errores en el futuro. Los parámetros establecidos por ellos en relación con el manejo de ciertos temas eran estrictos y debían ser seguidos con absoluta seriedad. Todo esto estaba siendo guiado por una fuerza superior que parecía entender las complejidades de mi vida y las decisiones que había tomado a lo largo del tiempo.
305
MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS 1971 – 2021 CARLOS CAMPOS COLEGIAL
De pronto, la pantalla frente a mí cobró vida nuevamente. Apareció la imagen de una mujer, junto con su nombre completo, y en un recuadro en la parte inferior derecha, un video resumía lo sucedido entre nosotros en algún momento pasado de nuestras vidas. Mientras la imagen se desarrollaba, pude ver, no solo los momentos compartidos, sino también los daños causados, en muchos casos, por sentimientos que habían surgido de manera impulsiva, para luego ser abandonados de manera intempestiva.
El video continuaba mostrando cómo esos sentimientos, algunas veces no resueltos, se habían transformado en una carga, dejando heridas que habían afectado a ambas partes. Sentí un peso profundo en el pecho mientras observaba la secuencia, reconociendo el daño causado por mis decisiones y la ausencia de comprensión en ciertos momentos clave.
A medida que el video finalizaba, uno de los seres me indicó que tomara una hoja de papel y comenzara a escribir una carta. La misiva debía ser ofreciendo una disculpa sincera, con el compromiso explícito de no volver a cometer los mismos errores. Me dijo que esta carta debía ser completamente honesta, sin evasivas, y con la plena intención de sanar lo que se había roto.
Cuando terminé de escribir la carta, la doblé cuidadosamente en tres partes, como me habían indicado, y la deposité en el recipiente ardiente que estaba colocado a mi lado derecho. En cuestión de segundos, las llamas devoraron el papel sin dejar rastro alguno, como si la energía de la disculpa se fundiera con el fuego, purificando el sentimiento que había llevado a la creación de esa carta.
306
MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS 1971 – 2021 CARLOS CAMPOS COLEGIAL
A lo largo de este proceso, me di cuenta de que muchas de las personas involucradas en estos recuerdos ya no se encontraban en este plano de existencia. Las lágrimas comenzaron a llenar mis ojos, pues comprendí que algunas de esas personas habían partido, y las oportunidades de reconciliación se habían perdido para siempre. La carga emocional de esos momentos fue abrumadora, y en ese instante sentí una profunda tristeza por los daños irremediables que se habían causado en el pasado.
Es impresionante cómo, a lo largo de ese proceso, elaboré una gran cantidad de cartas, muchas más de las que había anticipado. No sentí en ningún momento cansancio ni desgano al escribirlas, algo que normalmente sería difícil de creer si no fuera porque estaba sumido en un estado de total concentración. Cada carta representaba un pedazo de mi alma, una oportunidad para sanar y redimirme por los errores cometidos. Algunas de esas cartas fueron tan largas que una sola hoja no bastaba para expresar lo que debía decir, y tuve que utilizar hasta cinco para completar todo lo que sentía y quería transmitir.
Lo que más me sorprendió fue cómo, a medida que las cartas se quemaban en el caldero, no quedaba rastro alguno, ni siquiera cenizas. El fuego parecía consumirlas por completo, como si estuviera purificando todo lo escrito, borrando de forma simbólica las heridas del pasado. El caldero, al final del ejercicio, permaneció intacto, como si nunca hubiese sido utilizado, lo que aumentó aún más el misterio y la sensación de lo sobrenatural en ese momento. Era como si todo el proceso se hubiera llevado a cabo en una dimensión distinta, donde el tiempo no existía, pues no sentí el paso de las horas ni la necesidad de alimentarme o de hacer algo tan básico como ir al baño, es de anotar que las hojas dispuestas para este ejercicio, fueron las estrictamente necesarias. No sobró ni faltó una sola.
307
MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS 1971 – 2021 CARLOS CAMPOS COLEGIAL
Parecía que el tiempo en ese lugar había transcurrido de manera completamente diferente, sin que tuviéramos ningún tipo de conexión con el mundo exterior.
Me dejaron en el lugar donde me abordaron, y comencé a caminar hacia casa, sin poder darle una explicación clara sobre lo que había sucedido durante todo el día. Solo mencioné que me había distraído visitando varios centros comerciales, pero Luz Marina, con su instinto tan agudo, como buena Piscis, logró ver algo en mí. Se dio cuenta de que había algo más en mi interior, algo que no podía explicar en ese momento. Con una mirada profunda, dedujo que algún día le contaría la verdad, lo cual sucedió más tarde, cuando un acontecimiento sobrenatural en el que ella misma estuvo involucrada la llevó a entenderlo todo.
Este evento, aunque parecía algo incomprensible al principio, fue un punto de inflexión en nuestra relación, marcando el inicio de una comprensión más profunda y trascendental entre nosotros. Lo que sucedió aquella noche, aunque no pudo ser explicado con palabras al principio, terminó revelando un nivel de conexión espiritual que nos permitió compartir experiencias y pensamientos que de otro modo habrían permanecido ocultos.
Lo que ocurrió con Luz Marina y su trabajo es una muestra de cómo, a veces, las circunstancias pueden cambiar de manera inesperada, casi como si una fuerza mayor estuviera guiando los eventos.
308
MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS 1971 – 2021 CARLOS CAMPOS COLEGIAL
Como mencioné antes, Luz Marina trabajaba en tres lugares distintos, lo que representaba una carga considerable de viajes y esfuerzo para ella. Tenía que ir a las veredas, San Isidro, El Águila y El Madroño. El hecho de tener que ir en moto esos sitios como El Águila, que queda en un resguardo indígena, o a El Madroño, lo cual implica un gasto adicional.
Recuerdo muy claramente que, en una madrugada de meditación, me llegó la certeza de que algo cambiaría en su situación laboral. No podía explicarlo de manera racional, pero sentí que una resolución de la Secretaría de Educación estaba por salir, modificando su lugar de trabajo. Cuando le comenté a Luz Marina sobre esta sensación, su respuesta fue inmediatamente negativa. Ella me explicó que las resoluciones de este tipo, sobre todo las relacionadas con la asignación de puestos, se emiten normalmente a principios de año y no en medio del ciclo. Sin embargo, insistí, recordándole que para Dios no hay imposibles, y que todo le es posible.
Y, sorprendentemente, lo que parecía imposible sucedió. En el mes de mayo, sin previo aviso, la Secretaría de Educación emitió una resolución que dejaba a Luz Marina trabajando en San Isidro y El Madroño, suspendiendo temporalmente sus visitas a El Águila hasta nueva orden. La noticia dejó a todos en shock, pues nadie esperaba tal cambio. Esto representó un alivio significativo para Luz Marina, al reducir enormemente sus viajes y gastos, aunque la sorpresa no terminó ahí.
Lo más impresionante llegó unos meses después, en septiembre, cuando una nueva resolución la notificó que ya no tendría que trabajar en El Madroño ni en El Águila, y que se le asignaba exclusivamente San Isidro.
309
MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS 1971 – 2021 CARLOS CAMPOS COLEGIAL
Para esos otros dos lugares, se nombró a una trabajadora social que tomaría el lugar de Luz Marina, algo sin precedentes. Nadie en su entorno podía dar crédito a lo ocurrido, ya que era la primera vez que algo tan drástico sucedía.
Este giro en los acontecimientos no solo validó lo que había sentido durante la meditación, sino que también me dejó claro que hay fuerzas en juego más allá de lo que podemos ver o entender. A veces, las respuestas llegan cuando menos lo esperamos, y de formas que ni siquiera imaginamos. Sin duda, esta serie de eventos me hizo reafirmar mi creencia en el poder de la fe y en cómo, cuándo se confía plenamente, las circunstancias pueden transformarse de maneras que desafían la lógica.
Lo que experimenté en Belalcázar fue, sin lugar a dudas, uno de los momentos más impactantes de mi vida, un acontecimiento que no se puede clasificar fácilmente, ya que no tiene una explicación lógica dentro de las realidades cotidianas. Lo que sucedió el sábado 21 de junio de 2014 es algo que pocas personas podrían comprender, pero fue un encuentro tan profundo que marcó un antes y un después en mi comprensión del universo y de lo que está más allá de lo visible.
Aquella noche, mientras me encontraba solo en el hotel viendo un programa de televisión, de manera abrupta, la transmisión se interrumpió y de repente la pantalla fue ocupada por una presencia, un ser que se dirigió a mí por nombre.
310