contadores de visitas

MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS      1971 – 2021     CARLOS CAMPOS COLEGIAL

    En lugar de investigar más a fondo con las personas que sostenían esa pancarta a diario, algo me sugería esperar y, tal vez, encontrar una ocasión más propicia para entender de manera más profunda lo que realmente estaba detrás de ese mensaje tan radical.

     Pasaron algunos días, hasta que el sábado 13 de diciembre de 2008, después del almuerzo, decidí dar una vuelta por Boca Grande, un lugar que a menudo solía visitar para despejarme. Y, como si fuera una señal, allí estaban nuevamente los mismos jóvenes con la pancarta. Lo que me sorprendió aún más fue que, entre ellos, se encontraba un hombre de muy buen aspecto, cuya presencia parecía ser diferente a la de los demás. Me acerqué y, al detenerme un momento para leer la pancarta con mayor detenimiento, el hombre se acercó a mí, me saludó y, amablemente, me invitó a escuchar algunos de los argumentos que respaldaban la afirmación de que "Dios no existe".

     Decidí escuchar con atención lo que tenía para decir, sin prisas, sin prejuicios, simplemente con la mente abierta, buscando entender la perspectiva que estaba compartiendo. Lo que comenzó como una conversación casual se transformó en algo mucho más profundo. A medida que el hombre explicaba los fundamentos de su creencia, sentí que su discurso resonaba de manera inesperada dentro de mí. Los argumentos fueron claros y lógicos, y aunque al principio me había mostrado escéptico, a medida que la charla avanzaba, me di cuenta de que mi mente se abría a nuevas posibilidades, nuevas formas de pensar sobre el mundo y la vida. 

251

MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS      1971 – 2021     CARLOS CAMPOS COLEGIAL

      Fue en ese momento cuando decidí dar un paso más allá y me convertí en miembro de aquella congregación, los Raelianos, una comunidad que, a partir de entonces, marcaría un giro significativo en mi forma de entender la existencia, la espiritualidad y la vida misma.

     Este cambio, aunque inicialmente desconcertante, se convirtió en una parte importante de mi camino personal. Como si todo hubiera sucedido de manera predestinada, la invitación a escuchar, el encuentro casual en Boca Grande y la decisión de unirme a los Raelianos fueron pasos que, de alguna manera, encajaron en mi vida, provocando una transformación profunda en mi forma de ver la vida y el mundo.

    Aquel hombre que tan amablemente me explicó la filosofía y los principios de la congregación era un chileno-suizo, casado con una colombiana, y se encontraban de vacaciones en Colombia hasta principios de febrero. Durante nuestra charla, me invitó a participar en un seminario continental que se realizaría en la última semana de enero en San Vicente, un pequeño pero significativo municipio de Antioquia. Me comentó que el evento se llevaría a cabo en un lugar especial, una sede de los Raelianos que también albergaba uno de los pocos campos nudistas existentes en el país. Ante la invitación, acepté con agrado, pero con la condición de que podría organizar todo mi trabajo para esa semana sin dejar cabos sueltos. Afortunadamente, logré coordinar todo y el viernes, antes de la última semana de enero, emprendí mi viaje hacia San Vicente.

252

MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS      1971 – 2021     CARLOS CAMPOS COLEGIAL

     El seminario comenzó el domingo muy temprano. A nuestra llegada, nos reunimos cerca de setenta Raelianos provenientes de diferentes rincones del mundo: México, Brasil, Venezuela, Panamá, Argentina, y, por supuesto, de varias ciudades de Colombia, como Bogotá, Medellín, Cartagena, Manizales, entre otras. La atmósfera en el lugar era indescriptible. Un ambiente campestre, rodeado de naturaleza, con un clima agradable que complementaba perfectamente la ocasión. La atención recibida fue excelente, y lo que más se destacaba era la sensación general de alegría, complicidad y libertad que se respiraba por todos lados. Era como si, de alguna manera, todos compartiéramos una conexión profunda y auténtica, una energía que nos unía más allá de las diferencias de procedencia o de ideologías.

      En la tarde del mismo domingo, se llevó a cabo el registro individual de los participantes. En esta sesión, todos los presentes nos comprometimos a seguir un reglamento estricto durante la semana, el cual incluía normas que promovían el respeto mutuo y el bienestar colectivo.

    Entre las reglas, destacaba la prohibición de consumir bebidas oscuras, café, Coca Cola, licores, cigarrillos y cualquier tipo de droga. La idea era mantener una pureza tanto física como mental, y dedicarnos plenamente al aprendizaje y a la práctica de los principios Raelianos. A cada participante se le entregaron siete cintas de diferentes colores que debían llevar en un lugar visible en todo momento durante el evento. Estas cintas servían como una especie de código que informaba a los demás sobre nuestras preferencias sexuales y nos permitía expresar de manera respetuosa lo que estábamos dispuestos a compartir con los demás, evitando así posibles malentendidos o situaciones incómodas entre los asistentes.

253

MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS      1971 – 2021     CARLOS CAMPOS COLEGIAL

    Inicialmente, los participantes que se unieron al grupo de nudistas eran pocos, pero a medida que pasaba el tiempo y nos entrabamos más en el seminario, la participación en el nudismo se incrementó hasta llegar al 100% en algunos momentos del evento. La sensación de libertad era palpable, y aunque el nudismo no era obligatorio, se convertía en una forma de liberación y expresión natural para muchos. Sin embargo, la naturaleza de la experiencia también estaba marcada por los cambios de temperatura, y, especialmente por las noches, el intenso frío nos obligaba a utilizar algún atuendo para abrigarnos. A pesar de este pequeño inconveniente, la experiencia fue, en general, una de conexión, apertura y entendimiento.

      El seminario no solo consistía en discusiones filosóficas, sino también en la práctica de los valores Raelianos, en la meditación, el intercambio de ideas y, por supuesto, en la profundización del conocimiento sobre la vida, el universo y el ser.

    Los días transcurrían de manera intensamente educativa, pero también de gran camaradería. Cada momento estuvo cargado de un significado profundo, y al final de la semana, la sensación de haber vivido algo transformador era compartida por todos los participantes. La programación diaria durante ese seminario era meticulosamente estructurada, variada y profundamente enriquecedora.

254

MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS      1971 – 2021     CARLOS CAMPOS COLEGIAL

   Cada mañana comenzaba con relajaciones profundas que nos ayudaban a conectarnos con nuestro ser interior, preparándonos para lo que vendría a lo largo del día. Las tardes estaban destinadas a conferencias que, además de ser fascinantes, resultaban ser enormemente educativas. Estos espacios no solo nos proporcionaban conocimiento, sino que nos ayudaban a reflexionar sobre el propósito de la vida, la evolución del ser humano y las enseñanzas de la congregación Raeliana.

    Fue en este contexto que conocí a una persona que dejó una huella profunda en mi vida, alguien a quien consideré un gran amigo: Álvaro José Bernardo Montenegro Solarte. Lamentablemente, partió de este plano terrenal en agosto de 2021. Con Álvaro, se compartieron muchos momentos de prosperidad y alegría, pero también atravesamos tiempos de desesperanza, tristeza y escasez. Siempre estuvo presente en los momentos más difíciles, ofreciendo su apoyo incondicional, como un hermano. Recuerdo cada palabra de aliento, cada gesto de amistad sincera, y siempre estaré agradecido por su presencia en mi vida. A pesar de la partida física de Álvaro, sé que nuestro vínculo es eterno, y que más temprano que tarde nos reuniremos en nuestra "casa eterna" para continuar la evolución que siempre buscamos en este plano, con pequeños logros que permanecerán más allá del tiempo.

     La semana transcurría rápidamente, llena de momentos trascendentales. Lo que vivimos durante esos días es tan vasto en experiencias que daría para escribir una crónica bastante extensa. Sin embargo, lo que más destacaba era el verdadero sentimiento de amor y fraternidad que impregna cada rincón del lugar. 

255

MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS      1971 – 2021     CARLOS CAMPOS COLEGIAL

     No hubo ni el más mínimo disgusto, ni una sola discusión o comentario discordante entre los participantes. Todo se desenvolvía en un ambiente de armonía perfecta, de respeto absoluto y, sobre todo, de compasión. Ese espacio, lejos de la rutina diaria, era como un paraíso terrenal, donde todo parecía alinearse con un propósito mayor. La paz que se experimentaba era algo incomparable.

     El sábado por la noche, el ambiente comenzó a teñirse de una leve nostalgia, ya que algunos de los participantes debían regresar a sus lugares de origen al día siguiente, muy temprano. La despedida era inevitable, pero cada uno de nosotros se fue con el corazón lleno de gratitud por lo vivido. El resto de los asistentes abandonamos el monasterio hacia el mediodía, y decidimos reunirnos para un almuerzo en un restaurante en el poblado de Medellín, en un gesto final de camaradería y fraternidad. Al despedirnos, con un abrazo fuerte y sinceros deseos de bienestar, cada uno emprendió el regreso a su casa, pero las experiencias vividas en ese seminario seguían resonando en nuestros corazones.

     Durante el seminario, mientras compartía con Álvaro, él me comentó sobre la posibilidad de quedarme unos días más en la ciudad para conectarme con un ser excepcional, que en ese momento era un completo desconocido para mí, pero que cambiaría el curso de mi vida: Milton Lukumi Castro. Milton se destacó por ser una persona visionaria, alguien que había incursionado con éxito en los negocios por internet. Su enfoque y estrategias me llamaron profundamente la atención, y en los días siguientes, tuve la oportunidad de conectarme con él.

256

MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS      1971 – 2021     CARLOS CAMPOS COLEGIAL

     A partir de ese encuentro, un nuevo amanecer floreció en mis finanzas. Milton no solo me introdujo en el mundo del comercio digital, sino que también me enseñó a navegar en ese vasto océano de oportunidades que es internet, dándome herramientas que hasta el día de hoy sigo utilizando para crecer y expandir mis horizontes.

    Ese periodo fue un punto de inflexión en mi vida. No solo fue una experiencia espiritual enriquecedora, sino que también marcó el comienzo de una nueva etapa en mi vida profesional, gracias a la conexión con personas que, como Álvaro y Milton, me brindaron una perspectiva distinta, pero igualmente valiosa, sobre lo que significa el éxito en diferentes facetas de la vida.

     Mi entrada en el mundo de los negocios virtuales ocurrió con una inversión que, por más que sonara algo fuera de lo común, se convirtió en un acontecimiento financiero significativo en mi vida. Fue Milton Lukumi Castro quien me introdujo a una plataforma denominada namoney.com, la cual ofrecía oportunidades de inversión en lo que, al principio, parecía una idea algo extraña: sembrar arroz en China.

    En teoría, la empresa captaba dinero de inversores a cambio de un interés diario del 3%, lo cual era una tasa extremadamente atractiva. La lógica detrás de este tipo de negocio era que el arroz sembrado en China generaba suficientes ganancias para cubrir esos pagos diarios a los inversionistas.

    Aunque la idea era innovadora, parecía casi demasiado buena para ser cierta, y aunque había cierto escepticismo en torno a este tipo de inversiones, namoney.com había estado operando durante varios años y tenía una cierta reputación en el mercado. 

257

MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS      1971 – 2021     CARLOS CAMPOS COLEGIAL

    En el contexto del auge de las inversiones online, que también incluían a empresas como DMG, las cuales pagaban un 100% de retorno cada seis meses, me decidí a invertir. Para ese momento, estaba viviendo un año financieramente muy positivo, el dinero parecía llegar de diversas fuentes gracias a esta clase de negocios que proliferaron en internet. Los pagos que recibía de namoney.com llegaban puntualmente, y las ganancias eran abundantes. Era una época de oportunidades, aunque al mismo tiempo se respiraba un aire de incertidumbre, pues este tipo de negocios siempre venían con su dosis de riesgos, aunque en ese momento no se percibieran.

     Mientras tanto, la proximidad de mis 50 años me llevó a pensar seriamente en mi salud, particularmente en la importancia de realizarme el examen de la próstata, un procedimiento que se recomendaba para los hombres después de los 40 años, especialmente por la proliferación de comerciales que alertaban sobre la importancia de este chequeo.

    Empecé a investigar y buscar una uróloga en la costa atlántica, pero a pesar de la existencia de muchos profesionales de la salud en Cartagena y en otras ciudades cercanas, fue imposible encontrar una uróloga en la región. Tras extender mi búsqueda, encontré a la Dra. Soledad de los Ríos, una uróloga en la clínica del Rosario en Medellín, y decidí agendar una cita para junio de 2009.

    Cuando llegué a la consulta, fui puntual y me encontré con la Dra. Soledad, quien al verme sorprendida, me preguntó el motivo de mi viaje desde Cartagena, ya que, según ella, había muchos urólogos excelentes en esa ciudad.

258

MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS      1971 – 2021     CARLOS CAMPOS COLEGIAL

      Le respondí que sí, tenía conocimiento de ello, pero que, por razones personales, me sentiría más cómodo siendo atendido por una mujer para este tipo de examen tan íntimo, que por un hombre. Fue entonces cuando me explicó, algo que hasta ese momento desconocía: la mayoría de los hombres prefieren acudir a un urólogo masculino para este tipo de chequeos. Ella me contó que, en sus 25 años de experiencia, era el segundo paciente hombre que tenía. Al principio me pareció increíble, pero comprendí que en esa especialidad, el tabú sobre este tipo de exámenes sigue existiendo y aún hay quienes se sienten incómodos con la idea de ser atendidos por una mujer.

    Ese encuentro no solo fue el inicio de un proceso de atención médica importante para mi bienestar, sino que también me hizo reflexionar sobre las costumbres y percepciones sociales que giran en torno a temas de salud, especialmente los que involucran la intimidad. Aunque parecía un asunto trivial, se trataba de un indicio de cómo las diferencias de género, incluso en la medicina, siguen marcando ciertas decisiones.

     La llegada del año y el aumento de las entradas económicas trajeron consigo varios cambios en mi vida. Uno de ellos fue el incremento de mis viajes a Medellín, gracias a la cercanía con la ciudad. En paralelo, Maureen Luz, que siempre había sido muy prudente en sus decisiones, decidió darse un gusto personal y cambió su automóvil por uno cero kilómetros. Este año, con la demanda contra la Caja Agraria en su favor, era un momento propicio para disfrutar de una recompensa bien merecida. 

259

MIS ÚLTIMOS 50 AÑOS      1971 – 2021     CARLOS CAMPOS COLEGIAL

      Fue un año de logros y celebraciones, y con la llegada de mis 50 años, mis hermanos y primos organizaron una fiesta en Sabaneta que, a pesar de las celebraciones similares en el pasado, marcó la diferencia. La fiesta fue única, llena de emociones y de momentos que jamás olvidaré.

    En junio de ese mismo año, conocí a Marbalmar, con quien ya llevaba más de tres meses comunicándome por teléfono. Nuestra relación virtual había sido bastante intensa, pero por diversas razones, habíamos tenido que aplazar nuestro encuentro en varias oportunidades. Marbalmar residía en Valledupar, y a pesar de los intentos, no habíamos podido coordinar nada hasta que un día, mientras me encontraba en Sabaneta en el negocio de la prima organizadora del evento familiar, recibí una llamada de Marbalmar. ¡Estaba en Medellín! Y estaba decidida a que finalmente nos conociéramos, por lo que me sorprendió enormemente. No dudé en preguntar a mi prima si podía invitar a una amiga que había viajado desde Valledupar a la fiesta de la familia esa noche, y por supuesto, me dio su autorización. Así fue como, en medio de una tarde llena de sorpresas, programamos nuestro tan esperado encuentro

    Marbalmar, quien es compositora, arreglista y poeta, se encargó de describir ese primer encuentro de una manera tan profunda y hermosa que me quedó grabado para siempre. En uno de sus mensajes, lo expresó así:

     "Llegado el día esperado con miles de nervios y emociones encontradas: Primero al fin te conocería, segundo no saber si me llevarías a la fiesta de la familia.

260 

¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar